El 8 de Marzo se conmemora el día de la mujer trabajadora, bien se sabe a qué se debe que este día en particular sea “nuestro dia”: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. Esas mujeres buscaban mejoras en las condiciones de trabajo, salarios dignos y jornadas de 8 horas, por supuesto que, el dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior de la fábrica.
Todo puede ser Comprado…
Como sabemos también, todo para el capitalismo se vuelve “vendible”: cosas, personas, luchas; todo se vuelve un producto y poco a poco va perdiendo esa identidad original, esa matriz que gestó la lucha y la reivindicación de nuestros derechos.
Hoy en el 2021, pensar el trabajo desde una perspectiva feminista decolonial, hace que no pueda dejar de expresarme en contra de las políticas de precarización laboral y el sometimiento no sólo de mujeres cis, sino de todas las identidades fuera del binarismo, que somos reducidas a la feminización de la pobreza.
Así como también, del trabajo no remunerado que hacen miles y miles de mujeres/identidades feminizadas en la crianza, el cuidado de lxs niñxs, jovenxs y adultxs mayores, siendo éste una metodología enraizada en las culturas pero que, no es más que la mera reproducción de un modelo patriarcal de familia: mujeres al cuidado, hombres al trabajo.
El trabajo dignifica…
En muchas ocasiones escuché esta frase, fueron muchos los años que resonó en mi mente, muchas veces la escuché en boca de referentxs politicxs, compañerxs de militancia, etc. y ahora que la pienso, no puedo evitar sentipensar a partir de mis experiencias como mujer-cis en el mercado de trabajo precarizado.
Los movimientos feministas de Europa y EE.UU que lucharon por la igualdad en las oportunidades de trabajo y la “liberación femenina”, suponían una exitosa mujer trabajadora lista y capaz de salir al mercado laboral a competir con Varones. Pero esto significó que la libertad de esas mujeres de clases privilegiadas, sólo aumente la explotación y subordinación de mujeres pobres.
Claro está que en este rincón del “tercer mundo”, la división sexual, racial y meritócrata del trabajo está bien aplicada, entonces, si ese trabajo (que tanto nos dijeron que dignificaba) nos explota, precariza y, subordina todo nuestro ser tan sólo a la producción (no importa de qué), si ese trabajo nos introduce en una estructura verticalista y autoritaria, donde se valora el ser disciplinadx y bajo esta lógica cotidiana somos arrastrados.
El extractivismo, no es solamente hacia nuestras tierras, sino también hacia nuestro territorio-cuerpo, que resiste e insiste. Ese trabajo, claro está, no me dignifica, ese trabajo me violenta y saquea, enajena mi autonomía. De todas formas, ahí estamos, somos miles rezando y suplicando encontrarlo; el sueño de la ascensión social, el sueño “americano”, poder llegar a fin de mes, lograr ser trabajador registrado, arrasa nuestras subjetividades. Entramos en el juego: eficaces y eficientes para el patrón, o… Patrona.
Patrona feminista…
Siempre que pienso en la explotacion de mujeres hacia otras mujeres, no puedo dejar de pensar en Bell Hocks (Feminista interseccional) y cito:
“(…)La sororidad feminista está enraizada en el compromiso compartido de
luchar contra la injusticia patriarcal, sin importar la forma que tome esa injusticia. La solidaridad política entre mujeres siempre socava el sexismo y prepara el escenario para la destrucción del patriarcado. De manera significativa, la sororidad nunca habría sido posible a través de las
fronteras de raza y clase si las mujeres individualmente
no hubieran estado dispuestas a desprenderse de su poder para dominar y explotar a grupos subordinados de mujeres. Si las mujeres utilizan su poder de clase o de raza para dominar a otras mujeres, es imposible alcanzar plenamente esta sororidad”…
No está en jaque, al menos para mí, en este momento la definición del término Sororidad, en este momento me anclo al argumento de bell hocks, que me parece oportuno repensar cómo el orden de poder de patrón/a- trabajador se ejerce. El poder de clase existe y es real, la dominación existe y es real, solamente que, no podemos verla, aunque si podemos, ver cómo tantos varones se sienten al descubierto cuando se los interpela poniendo en jaque sus Privilegios, lo mismo sucederá con quienes ejecutan estas prácticas de poder para dominar, en este caso, a otras mujeres.
SOMOS SUBESTIMADAS, PRECARIZADAS, MERCANTILIZADAS, COLONIZADAS, SILENCIADAS pero también sepan que, de una forma u otra, seguimos organizadas, en nuestros pequeños espacios, en asambleas u organizaciones, en copas de leches y merenderos, en talleres, o en una charla con amigxs, aún ante tanto dolor hay una Feminización de las Resistencias.