De saltar molinetes a cambiar la Constitución

El Apruebo se impuso en el plebiscito con casi el 80% de los votos. El nivel de participación fue el más alto de la historia. El pueblo chileno redactará una nueva Constitución.

#EvasionMasivaTodoElDia fue el hashtag que hizo explotar Twitter una mañana de principios de octubre de 2019. Días antes, el gobierno de Sebastián Piñera había anunciado un nuevo aumento del boleto del subte: 30 pesos más. La población no lo soportó y hubo un llamado masivo a no pagar y saltar los molinetes.

Las manifestaciones se multiplicaron desde Santiago al resto de las capitales regionales del país. El gobierno buscó reprimir con carabineros y los enfrentamientos llevaron a que el presidente declarara el toque de queda.

Pese a esto, el 25 de octubre se llevó a cabo la marcha más grande de la historia de Chile en la Plaza Baquedano, conocida hoy como la Plaza de la Dignidad de Santiago. Asistieron casi 1,2 millones de personas. Exactamente un año después, el país celebró un plebiscito en el que la sociedad, por amplia mayoría, decidió que se debe cambiar la Constitución y que deberá ser reescrita desde cero por personas elegidas por el pueblo.

Los 25 de octubre son buenos días

El 25 de octubre será recordado para siempre por lxs chilenxs. En 2019 le mostraron al mundo (y a ellxs mismxs) que Chile no estaba bien, que no se podía seguir así y que el país no era un ejemplo de economía a imitar. Un año después, se vivió una fiesta democrática total. Pese a la pandemia y la necesidad de cumplir con las medidas sanitarias, lxs chilenxs no pudieron evitar abrazarse en las plazas y llorar de alegría.

En el medio pasaron muchas cosas. Ante el malestar popular que se había generado con el aumento del precio del boleto del subte, el Gobierno había decidido dar marcha atrás. No fue suficiente. Piñera intentó desarrollar la llamada Nueva Agenda Social para calmar las demandas de la población. Y la gente no se calmó. Se buscó dejar pasar el tiempo y esperar que el pueblo se canse. Pero nadie se cansó. La represión policial llegó a niveles terroríficos con miles de denuncias de violaciones a los Derechos Humanos. Un informe de la ONU publicado por El País detalla que hubo uso excesivo o innecesario de la fuerza, privación arbitraria, lesiones, tortura, malos tratos, violencia sexual y detenciones arbitrarias. Sólo durante el periodo considerado “Estallido social” (del 14 al 25 de octubre de 2019) hubo 36 personas muertas y casi 12 mil heridxs. Y, aunque parezca sorprendente, el presidente nunca consideró renunciar a su cargo, pese a que una de las consignas que más se viralizó en las manifestaciones (y en las redes sociales) era #RenunciaPiñera.

El 2020 estuvo marcado por la pandemia del Coronavirus, que le trajo más dolores de cabeza al Gobierno porque quedó muy expuesto -otra vez- el sistema de salud excluyente del país. El pobre no tiene acceso a nada y la mayoría de la población es pobre.

El último domingo Chile conquistó un hecho histórico. Y ahora mira hacia adelante, porque la sociedad no se conforma. La Constitución se escribirá desde cero y será el pueblo el que elija a los integrantes de la Convención Constituyente, el órgano encargado de redactar la nueva carta magna.

Los números del #Apruebo y la paridad de género

El plebiscito dejó algunos números muy interesantes que hablan de una sociedad que cambió. Lo primero a destacar es la participación.

De la población habilitada para votar asistieron alrededor de 7,5 millones de personas, poco más del 50% del padrón. Parece poco, pero es necesario recordar que en Chile el voto no es obligatorio. Y se trató de los comicios en los que más personas fueron a sufragar en toda la historia.

Del total, casi el 80% votó el #Apruebo para cambiar la Constitución. Y de ese total, también el 80% dijo que la nueva carta magna la tienen que escribir representantes del pueblo, elegidxs por voto popular en lo que se llama la Convención Constituyente.

Es que los votantes del #Apruebo tenían dos alternativas ese domingo, en las urnas. La primera opción era la Convención Mixta. La misma estaba conformada por 172 representantes, la mitad elegida por el pueblo y la otra mitad integrada por diputadxs y/o senadorxs elegidxs entre ellxs mismxs.

La segunda alternativa, la Convención Constituyente, fue la que finalmente se llevó casi todos los votos. En este caso serán 155 las personas elegidas por el pueblo para redactar la nueva Constitución. Además, la Convención Constituyente garantiza la paridad de género: al menos el 45% de lxs convencionalxs serán mujeres. Y también habrá un cupo de representación para las comunidades originarias, pero no se definió el porcentaje de participación.

Es la primera vez, en sus más de 200 años de vida (y parece que somos repetitivxs con la expresión, pero es que Chile realmente está experimentando situaciones nunca antes vividas), que la sociedad trasandina protagonizará la redacción de la norma más importante, la que establecerá las bases de cómo será el país en los próximos años.

¿Cómo desea ser Chile en los próximos años?

El rol del Estado es el principal eje sobre el que versará la nueva Constitución. La norma que hoy rige al país, redactada por el dictador Augusto Pinochet en 1980, concibe al Estado como subsidiario. Esto quiere decir que el Estado sólo está presente cuando nadie más lo está. Por eso la educación, la salud y las jubilaciones dignas no son derechos consagrados para todos y todas, ya que esa nunca fue la idea que tuvo el Gobierno de facto. Estos “servicios” los deben prestar empresas del sector privado y, quien pueda pagarlos, los recibirá, quien no, quedará en el camino.

La salud, la educación y un nuevo sistema de pensiones son tres de los aspectos en los que Chile quiere cambiar y apunta a consagrarlos como derechos accesibles por todxs.

Otro cambio que se dará, según analizó para la BBC la politóloga chilena Pamela Figueroa – quien trabajó en el proceso constituyente planteado en el segundo gobierno de Michelle Bachelet- es en relación al régimen de poder. Hoy el Congreso existe, pero con poco peso en la toma de decisiones, en relación al presidente. También hay que pensar cómo se abre el juego para que la sociedad realmente tenga posibilidades de participar políticamente y no queden las mismas personas de siempre ocupando y cambiando de cargos dentro del Estado.

Conforme Chile avance en una nueva Constitución, todas las leyes existentes deberán ajustarse a lo que quede establecido. Será un proceso largo, extenuante, lleno de trabas y complicaciones, pero la sociedad decidió que va a hacer todos los esfuerzos posibles para avanzar en esta dirección.

Lo que viene

El paso que sigue es elegir a lxs convencionalxs. Cualquier ciudadanx puede llevar adelante ese rol. Es por eso que habrá muchos nombres dando vueltas en los próximos meses. Lxs políticxs y los sectores dominantes no querrán ceder sus privilegios. Harán campaña y presentarán sus candidatxs para formar parte del selecto grupo de convencionales.

El 11 de abril del año que viene se llevará adelante una nueva votación donde se decidirán lxs 155 ciudadanxs que conformarán la Convención Constituyente.

La nueva Constitución deberá respetar los tratados y convenciones internacionales que firmó Chile y cada norma que esté dentro del máximo documento tendrá que ser aprobada por dos tercios de lxs convencionalxs. Esto implicará arduas negociaciones hasta llegar al documento final.

Deberán haber claros mecanismos de diálogo y participación ciudadana, que todavía no se sabe cómo se instrumentarán.

El trabajo de lxs convencionalxs empezará el 21 de mayo del 2021. Lxs mismxs no podrán ejercer cargos públicos hasta después de un año de que termine su trabajo como redactorxs de la Constitución.

Finalmente, en el segundo semestre del 2022 se concretará el plebiscito de salida. Esto quiere decir que habrá una nueva votación, que será obligatoria, para aprobar o no la nueva Constitución Nacional.

Se le presentan a Chile un conjunto de desafíos para el corto y el mediano plazo. El gobierno tiene que organizar las elecciones de abril, definir si habrá presupuestos para todos los sectores que presenten un candidato, establecer reglas claras para respetar la paridad de género y garantizar la participación de las comunidades originarias. Los comicios, en principio no serían obligatorios, pero eso tampoco está claro. ¿Dónde trabajarán los convencionalxs? ¿Cada cuánto se reunirán y cómo lo harán? ¿Habrá una instancia de formación previa para los que integren este órgano formativo? ¿Qué pasa si la nueva constitución no es aprobada en el plebiscito de salida? Son sólo algunas preguntas que quedan en el aire.

Pasaron demasiadas cosas y no nos referimos sólo a lo sucedido desde octubre de 2019, sino a todo lo que vivió Chile las últimas décadas. Quienes votaron por el #Rechazo (que se impuso en 5 de las 346 comunas) también forman parte de esta democracia e intentarán imponer sus criterios, aunque sus privilegios nunca más volverán a ser como los actuales.

Nadie sabe cómo será Chile en los próximos años, pero el mundo entero mira atento. Estamos asistiendo a un hito histórico que sentará precedentes para experiencias futuras.

En un contexto mundial tan extraño y desolador, en Chile lo que sobra es la esperanza. Un día te encontrás saltando molinetes porque estás hartx de que te pisoteen y, al otro, estás debatiendo, compartiendo y escribiendo cómo te gustaría que sea tu país para que todxs vivan mejor.

Fotografías del colectivo Migrar Photo:

Paz Olivares Droguett,

Ibar Silva,

Jorge Vargas Parra, 

Alfonso González,

Karina Aliaga,

Diego Figueroa González,

Juan C Hoppe

https://www.migrarphoto.com/