Toque de queda

Ni me solté el cabello,
ni me vestí de reina,
voy desteñida por las veredas vacías de gente.
La tarde se desviste lenta ante
la luna que se piensa desapercibida.
Rosadas están sus mejillas.
Ahora los pájaros vuelan bajito
porque la ciudad está en silencio.
Atravieso la avenida en mi Ilusión Super Sport.
Una voz suave me susurra al oído que “Siempre fue divertido correr,
dejar a este mundo detrás”…
Detenida en el semáforo y en el número veintidos,
extraño mucho a Azul.
Me acaricio la mirada de árboles,
colores y cielo.
Cielo fotográficamente tan cercano.
Hice la fila esperando mi turno para interactuar con una máquina que a veces me da buenas noticias.
Como no pude con mi genio ni la espera,
le puse flores y una canción a la distancia entre persona y persona.
En un balcón cercado de plantas,
una niña y dos mujeres con el mate en la mano huelen a tarta de ricota y pancitos de naranja con anis.
Hay toque de queda
y aunque estén prohibidos los besos
y abrazos,
a veces me dejo abrazar
y
a veces
me abrazo.
The Roxi