Dicen que hoy es el día de lo Pueblos Originarios, pero nos olvidamos que los pueblos originarios son más que decretos y conmemoraciones. Son una larga historia de resistencia en del mundo y, sobre todo, de Latinoamérica.
En Argentina permanecen excluidos, olvidados y son la carne de cañón en plena aplicación de todo sistema extractivista, tanto minero como agroindustrial.
En Bolivia son la principal resistencia al golpe de Estado realizado por Jeanine Áñez, que en estos días sigue recrudecido su violencia militar en contra de toda la ciudadanía, pero incrementado su ensañación con las comunidades originarias y campesinas.
En Ecuador son los damnificados directos de las catástrofes ambientales por derrames de petroleo, donde las empresas transnacionales responsable viven en la impunidad total.
En Brasil sufren un nuevo embate del bolsonarismo y las grandes empresas encargadas de depredador lo que va quedando del Amazonas y su ecosistema.
En el mundo son una de los principales damnificados por el avance de la pandemia de COVID-19 por falta a todo suministro de higiene y de servicios esenciales.
Aunque los han intentando exterminar, siguen en pie. Aunque hayan intentado invisibilizarlos, se ven.
Aunque nos digan que no están, existen y resisten