La construcción de sentidos en las imágenes de la dictadura

La investigadora definió a la fotografía como “el mientras tanto” que remite a una serie que va “del secuestro al ocultamiento de los cuerpos”.

La investigadora de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM), Natalia Magrin, estudia la relación entre fotografía, archivo y memorias del pasado reciente en Argentina a partir de las imágenes producidas en el centro clandestino de detención del Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba. Entre los distintos interrogantes, emergen en su trabajo cómo se articulan palabra e imagen y qué sentido adquieren las fotos con el correr del tiempo.

En un artículo publicado por Argentina Investiga, la docente aseguró que su “lugar de enunciación” la hace “responsable” de “indicar desde dónde enuncia y por qué significante está atravesado”. Asimismo, agregó: “La academia está sostenida por lo político y la política, en ese sentido, se trabajó mucho sobre las fotografías del terror. Yo trabajo este acervo particular y creo que es necesario porque nos permite seguir trabajando en los velos que se van corriendo en diferentes épocas y hacerle otras preguntas al pasado y considerar los marcos desde los cuales las hacemos”.

El acervo fotográfico utilizado como corpus por Magrin permaneció hasta 2005 dentro de la institución policial, cuando el Juzgado Federal N° 3 ordenó el allanamiento a la Dirección General de Investigaciones Criminales de la Policía de la Provincia de Córdoba. En ese procedimiento se encontraron 82 cajas con 136.242 negativos fotográficos de hombres, mujeres, niñas y niños fotografiados de frente y perfil, durante su detención en dependencias policiales, desde 1964 a 1986. La mayoría de estas imágenes fueron tomadas en la Central de Policía que funcionaba en el Cabildo y en tres casonas colindantes del D2, en la ciudad de Córdoba.

En agosto de 2010, la Justicia ordenó su transferencia al Archivo Provincial de la Memoria (APM) para su desclasificación y conservación. En esa tarea pudieron reconocer la existencia de aproximadamente 60 mil personas fotografiadas, entre las cuales se reconoce que 6 mil son de detenidos–desaparecidos y detenidas–desaparecidas por razones políticas durante el terrorismo de Estado.

Según la investigadora, la particularidad de este archivo es que las fotografías fueron “producidas en el campo por los operadores del campo y siguiendo determinadas lógicas de clasificación y conservación”. Otro rasgo que destacó es que “no sólo abarcan en la imagen al detenido–secuestrado o a la detenida–secuestrada, como fotografía prontuarial, sino también aquello que, en las nuevas condiciones de legibilidad histórica, permite producir sentidos sobre el campo como tecnología concentracionaria”.

Magrin precisó que “el tratamiento de las imágenes durante la desaparición implica, como punto de partida, el uso de herramientas analíticas que permitan sortear la dicotomía entre el goce de mostrar o no mostrar, entre lo representable y lo irrepresentable, entre la destrucción del archivo o el mostrarlo todo; entre la ética de la ceguera y el show del horror; discusiones anudadas a la fotografía y su función icónica, que demandan a la imagen todo o nada”.

El contacto con las fotografías fue en las muestras generadas por el APM, luego de los debates acerca de qué hacer con el acervo. Con el tiempo comenzó a dar “otra mirada” y a encontrar elementos del posestructuralismo, la semiología de la mirada y la estética filosófica para “descubrir la posibilidad de ir armando una constelación de conceptos que no lo piensan como algo rígido y estático, sino que permite conmover, porque lo que se intenta trabajar es algo del orden de lo imposible” que “no puede ser todo dicho”.

Para la investigadora, abordar el horror del terror de Estado es “pensar en los mecanismos de ese poder concentracionario y el trabajo con la fotografía puede producir sentidos sobre esa tecnología, que remite a una serie que va del secuestro a los campos de concentración, la tortura, el asesinato y el ocultamiento de los cuerpos”. Por lo tanto, definió a la fotografía como “el mientras tanto”.

 

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